El presidente Thomas S. Monson una vez compartió la historia de Clinton Duffy, alcaide de una cárcel. “Durante las décadas de 1940 y 1950, el alcaide Duffy era famoso por sus labores para rehabilitar a los hombres de su prisión. Un crítico dijo: “Usted sabe que los leopardos no pueden cambiar sus manchas”. El alcaide Duffy respondió: “Sepa usted que no trabajo con leopardos; trabajo con hombres, y los hombres cambian todos los días”.
¡Qué verdad más clara! Los hombres y las mujeres si podemos cambiar , pero ese cambio o transformación solo ocurre cuando le permitimos a Dios que entre a nuestro corazón y lo cambie. La condición del Señor para cambiar es la humildad. La Biblia dice en Ezequiel 36:26 “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo.“
En un corazón dañado por el odio, rencor, envidia solo habita un espíritu dañado. Para que en mi corazón reine el Señor, tengo que permitirle que lo cambie. La Biblia dice en el Salmo 30:11 “Tú cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría. Solo Dios puede cambiar el corazón afligido, dolido, dañado. En biología se le llama metamorfosis a este proceso de transformación o de cambios.
Un corazón transformado es aquel que ha permitido que Dios entre y lo cambie. La Biblia nos recuerda la historia de cuando Dios sustituye al rey Saúl por el pastor de ovejas David. Dice en Hechos 13:22 “Pero Dios quitó a Saúl y lo reemplazó con David, un hombre de quien Dios dijo: “He encontrado en David, hijo de Isaí, a un hombre conforme a mi propio corazón; él hará todo lo que yo quiero que haga”. Hoy te recuerdo que es posible que ocurra un cambio o transformación en el corazón de una persona, pero eso solo ocurre si le damos entrada a Dios a nuestras vida.
Si has sido confrontado por esta gran realidad; CAMBIOS te invito a dejarme tu comentario.
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