Hay muchas ocasiones en que descansamos en lo que aprendimos de otros, pero hasta que no experimentemos en carne propia el desánimo, el cansancio, el éxito, el fracaso o la presencia de Dios no podremos enseñar a otros sobre esto. Así ocurre en todas las áreas de nuestra vida. Yo no puedo contarle, enseñarle a alguien aquello que no está internalizado en mi vida. Yo fui por 26 años maestra de Español en la Escuela Superior. Yo les aseguro que cuando llegaban los meses de agosto todos nos preocupábamos por los desafíos que enfrentaríamos ese año, pero nunca la preocupación era sobre como dar una novela o enseñar gramática, porque eso estaba muy claro en mi mente. Lo había aprendido bien y lo había internalizado . Cuando sabemos como hacer las cosas, aunque me cambien el color, el orden siempre o hasta la audiencia lo podré enseñar porque lo aprendí bien. Cumpliré mi propósito , llegaré al mismo fin.
Nosotros cuando nuestros hijos son pequeños les enseñamos y les enseñamos con fe de que un día lo aprenderán. Yadheera Noríe, mi hija mayor, cuando tenía como 2-3 añitos yo acostumbraba a recitar con ella el padre nuestro todas las noches antes de dormir y un día me dijo: Mami, eso que me estás diciendo ya yo me lo sé, y entonces lo repitió ella. Como maestra sé que todos aprendemos por repetición.
La diferencia es que las disciplinas espirituales que yo aprendí, a ella y a su hermana les toca experimentarlas y aprenderlas también. Yo se las puedo repetir, le puedo decir como se hace, pero les toca a ellas experimentarlas, ponerlas a funcionar. Me refiero a leer la Biblia, orar, ayunar. Solo internalizándolas, practicándolas y haciéndolas parte de sus vidas, podrán experimentar su eficacia. Esto les permitirá sobrepasar adversidades y situaciones que trae la vida.
La Biblia dice en 2 Timoteo 3:14-15” Tú debes seguir creyendo en lo que aprendiste, y que sabes que es la verdad. Después de todo, conoces muy bien a quienes te lo han enseñado. Recuerda que desde niño has leído la Biblia, y que sus enseñanzas pueden hacerte sabio, para que aprendas a confiar más en Jesucristo y así seas salvo.”
Como creyentes en Cristo, siempre podemos fortalecer más nuestra relación con Él. La fe en Dios es crucial en nuestra relación con Él. Es lo que determina si vamos a vivir con paz o no, y puede marcar la diferencia entre temer o ser valiente. La fe en el Señor impacta cada aspecto de la vida, incluso la manera en la que reaccionamos y las decisiones que tomamos.
No podemos vivir toda la vida de historias que alguien me hizo, lo que mis padres me contaron, de los milagros que ellos vieron o experimentaron. Yo tengo que conocer y vivir mis propias historias y experimentar por mi misma el amor, la misericordia y la bondad de Dios. Tengo que comenzar a vivir mi propia fe.
Si fuiste confrontado hoy ¿estás viviendo tu fe o la de alguien más? Déjame tu comentario y alguien mäs será bendecido.
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