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¡Qué mucho argumentamos! Somos siempre los más abogados y fiscales al momento de seguir órdenes o alguna sugerencia. La realidad es que en la vida todo es cuestión de seguir instrucciones, pero que mucho nos cuesta obedecer sin protestar. Si pudiéramos ver el cuadro completo las cosas serían distintas. Quien único puede ver el cuadro completo de todo es Dios, él ve desde donde estamos hasta donde queremos llegar.
Tenemos en la Biblia una historia muy interesante. De esas que nos dejan con la boca abierta. Cuando el rey Acab comienza a reinar con su malvada Jezabel hicieron lo malo delante de los ojos de Jehová. Comenzaron a rendir culto a Baal. La Biblia dice que el rey Acab hizo más mal que cualquier otro de los reyes anteriores de Israel, para provocar el enojo de Dios. Entonces Dios envía al profeta a dar una orden de que no habría rocío ni lluvia y le dice a Elías en 1 Reyes 17:3-4 “Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.”
Si Dios nos manda a escondernos, su promesa es que él enviará auxilio para nosotros. Dios informa a Elías lo que Él hará y le recuerda también que Él lo sustentará, usando los cuervos. A nosotros solo nos toca obedecer a Dios, sin cuestionar, sin argumentar. Nos toca estar en el lugar correcto, porque los cuervos llegarán con nuestra comida. ¿Cuervos? Si el usa lo que él quiere , como el quiere y cuándo el quiere, solo nos toca confiar en su provisión, cuidados y su sostén.
Escondernos es la orden para nosotros hoy. ¡Qué maravillosa esperanza tenemos como hijos de Dios si nos escondemos cuando él lo dice. La Biblia dice en Salmos 17:7 “Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas maneras. Con tu gran poder rescatas a los que buscan refugiarse de sus enemigos. Cuídame como cuidarías tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas.“ También dice en Salmos 57:1 “ Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia! En ti busco protección. Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que haya pasado el peligro.“
¡Qué mejor escondite para un hijo de Dios! Apártate; vuélvete; escóndete; y beberás del arroyo. Estas palabras nos recuerdan que, aunque no entendamos todo y no sea tan confortable nuestra situación en esos momentos, debemos confiar en Sus promesas. Solo asegúrate de estar allí y los cuervos llegarán.
Escóndete. Si hoy fuiste confrontado con esta entrada, déjame tu comentario.
Comentarios
Pienso en Jesús clavado en la cruz del Calvario, muriendo por mi y diciéndome: “Escóndete en mi”.
V. Cucuta