Cuentan de un sabio que un día estaba tan pobre y mísero
que solo se sustentaba de unas hierbas que cogía.
Este sabio de Calderón de la Barca, no era tan sabio, porque dentro de su sabiduría no sabía agradecer y se sentía miserable y pobre. En el ajetreo de la vida moderna, a menudo nos encontramos inmersos en nuestras propias preocupaciones, olvidando detenernos y apreciar lo que tenemos. Nuestro mundo que está impulsado por la productividad y la competencia, la gratitud tiende a olvidarse. Cambiamos la gratitud por queja. Nos quejamos de todo, de lo que tenemos o de lo que no tenemos: de lo que nos pasa o de lo que no nos pasa. En fin vivimos la vida de queja en queja y no nos damos cuenta todo lo que tenemos.
La práctica de agradecer tiene un impacto profundo en nuestra salud mental y emocional. La gratitud implica reconocer y apreciar las cosas buenas de nuestra vida. Sentirse agradecido y expresarlo implica que somos conscientes de las bendiciones y experiencias positivas que tenemos a nuestro alrededor, en lugar de enfocarnos solo en lo negativo. Numerosos estudios han demostrado que cultivar la gratitud puede mejorar el bienestar emocional, reducir los niveles de estrés y de ansiedad, y aumentar la satisfacción general con la vida. La gratitud es una herramienta poderosa que puede transformar nuestra percepción de la vida y mejorar tanto nuestra salud mental y emocional, como nuestras relaciones personales.
La Biblia relata la historia de 10 leprosos. “Uno de ellos, al verse limpio, regresó alabando a Dios a grandes voces, y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle las gracias….”San Lucas 17:15-16. Esta historia se repite siempre. La humanidad busca algo, un milagro, una pareja, un trabajo, salud, una casa, un carro, pero una vez encuentra cómo satisfacer su necesidad, entonces no hay regreso para dar las gracias a Dios. Y el creyente no escapa a esta verdad, no somos tan agradecidos.
Una encuesta ha revelado que la gente que tiene el hábito de ser agradecido es más alegre, saludable, vive menos estresado, es más optimista, y tiene más probabilidades de ayudar a los demás. El despreciado samaritano vino a darle honor al Dador de su nueva vida y su regreso estuvo cargado de mucha adoración y profunda gratitud. El hombre que reconoce que todo lo que tiene proviene de Dios, regresará glorificando su nombre. Los hombres nunca estarán satisfechos.
“Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades.”Salmos 103:1-3
Comentarios
-Nadia