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En la vida todo es a base de procesos y en muchas ocasiones es desesperante, pues la gente como yo quiere cambios instantáneos. Antes siempre hacía todo a la carrera y aveces me funcionaba bien, pero otras no. La mayoría de las veces las cosas se me caían de las manos, la comida quedaba sin sabor o sencillamente me colgaba en el proceso de esperar. En la vida no existen muchos resultados instantáneos y esto puede parecernos frustrante al querer cambiar nuestras circunstancias de inmediato. Ahora ya he aprendido que si quiero que algo salga bien, mejor lo hago con calma, con cuidado, sin apuro ni desesperarme.
Esperar no solo es difícil; a veces parece imposible. Queremos que las cosas sucedan en nuestro tiempo, según nuestros planes. Pero Dios no obra de acuerdo a nuestros calendarios, y si esperamos que él lo haga como queremos, es ahí cuando vienen las decepciones. La Biblia es clara cuando dice: “Porque mis pensamientos no son los de ustedes ni sus caminos son los míos», afirma el Señor. «Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”Isaías 55:8-9
Dios tiene tres contestaciones para nuestras preguntas. Él contesta Sí, contesta NO o contesta Espera. Es lógico que siempre queremos la mejor respuesta, siempre anhelamos escuchar el Sí, si llega el No pues ni modo, pero cuando nos toca esperar, entonces nos llega la desesperación de no recibir una respuesta instantánea. Antes de tomar una decisión rápida y avanzar, deberíamos prestar atención a las palabras del Salmos 27:14 “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová”.
En la Biblia vemos como muchos personajes tuvieron que esperar por la respuesta de Dios. Abraham, tuvo que esperar por su hijo Isaac. Jacob esperó muchos años para tener a su amada Raquel. José esperó mucho tiempo hasta ver cumplidos sus sueños. El pueblo de Israel tuvo que esperar bastante tiempo hasta tomar posesión de la tierra prometida. David tuvo que esperar después de haber sido ungido como rey para finalmente verse reinando. Jeremías tuvo que esperar durante gran parte de su ministerio hasta poder ver cumplida la profecía que Dios le había dado de la cautividad de Israel. Daniel tuvo que esperar bastante tiempo hasta que Dios le respondiera sus oraciones para que le revelara el futuro profético.
Entonces, si toda esta gente esperó y al final recibieron la respuesta a su anhelo, ¿qué nos cuesta a nosotros esperar y descansar en el Señor? Déjame tu comentario si hoy fuiste confrontado con la espera que desespera.
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V. Cucuta