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Una sequía se define como un periodo de tiempo extenso (ya sean meses o años) donde hay una deficiencia de agua, ya sea por la escasez de lluvia, un manejo inadecuado del recurso, o por exceso de la demanda de agua. En la Biblia tenemos un tiempo en el que el profeta Elías anuncia que habrá una sequía. “Después el Señor le dijo a Elías: «Vete al oriente y escóndete junto al arroyo de Querit, cerca de su desembocadura en el río Jordán. Bebe del arroyo y come lo que te den los cuervos, porque yo les he ordenado que te lleven comida».”1 Reyes 17:2-4 .
Hay muchas ocasiones en nuestras vidas en que sentimos una sequía espiritual, pedimos y pedimos y nada baja del cielo. Hay tiempos secos de Dios en los que no escuchamos a Dios, leemos la Biblia y no entendemos lo que Dios habla. Porque es importante que entendamos que Dios siempre está hablando, los que no siempre estamos escuchando somos nosotros. Entonces llegamos al punto de maldecir nuestra sequía.
En esos tiempos de sequía, nos toca caminar al próximo paso. Dice la Biblia que cuando se acabó el agua del arroyo de Querit, Dios envió a Elías a Sarepta. Allí había una mujer que Dios utilizaría aunque ella pensaba que estaba a punto de morir. Dios nos lleva a pasar momentos en los que solo nos toca depender de él, y aquella mujer que pensaba que solo le quedaba sentarse a morir con su hijo, Dios la utilizó para que fuera el instrumento donde Elías viera la provisión de Dios. No maldigas tu sequía, no maldigas tu momento; espera en Dios. Lo que él hace siempre obra a nuestro favor. Lo que para tí es una sequía para otros es el momento perfecto de Dios para ver su palabra cumplida.
No siempre vivimos «junto a arroyos de aguas», pues no siempre nuestra comunión con Dios es lo que debiera ser, entonces sentimos que nos estamos secando espiritualmente. David expresó esta situación con un lamento angustioso: «Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas» “
Muchos pensamos que hemos perdido la puerta de la oportunidad, podemos sentirnos agotados física y emocionalmente secos. Entonces leemos lo que dice la Biblia. Y la cura número uno para la sequía, según las Escrituras, es el arrepentimiento. En 2 Crónicas 6:26–27, el rey Salomón es muy claro en esta oración: Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva …Fíjese que los cielos fueron cerrados, no hubo lluvia, pero cuando el pueblo confesó el nombre de Dios, rectificó y se arrepintió, Salomón oró: “Dios, escucha y abre los cielos una vez más y envía lluvia”.
Hoy Dios nos llama a evaluarnos. ¿Estoy en sequía espiritual? si hemos estado viviendo un tiempo en el que oramos y oramos y nada ocurre. Lloramos y clamamos y no recibimos respuesta, entonces es momento de evaluar nuestra sequía.
Comentarios
V. Cucuta
Gracias pastora 🩷
Fanny