Los mejores conciertos de David no fueron en el palacio, fueron en el desierto porque allí no había aplausos solo la presencia de Dios.
Tomado del libro: El no puede, del Pastor Benito Toro.
¡Qué mejor aplauso que el de Dios!
Nunca olvido que cuando era jovencita y comencé a hablar frente a la gente, muchos me decían es que no puedes ser maestra. Hablas muy rápido ¿quién te va a entender? Si me hubiera dejado llevar por esos comentarios, hubiera enterrado mi sueño de ser Maestra. Existe mucha gente que son los que por buena intención, con crueldad, quizás por envidia no quieren que realices tus sueños.
Es cierto que no necesito el aplauso de nadie para sentirme realizada, pero esos aplausos son lo único que tenemos. En muchas ocasiones el aplauso es para saber que lo estamos haciendo bien y que podemos mejorar. La Biblia dice que cuando David quiso enfrentarse a Goliath, el rey Saúl dijo que él no podía, a lo que “David le respondió: «Sí, yo soy el pastor de las ovejas de mi padre, pero cuando un león o un oso viene a llevarse algún cordero del rebaño, yo salgo tras el león o el oso, y lo hiero y lo libro de sus fauces. Si el animal me ataca, con mis manos lo agarro por las quijadas, y lo hiero hasta matarlo. Todavía añadió David: «El Señor me ha librado de las garras de leones y de osos, y también me librará de este filisteo.» Y Saúl le respondió: «Ve, pues, y que el Señor te acompañe.»”1ra Samuel 17:34-35, 37. Allí en el desierto, donde los animales querían matarlo y se les enfrentaba, de igual manera entendía que se podía enfrentar a Goliath.
En el momento de la adversidad, en el desierto, donde la soledad en ocasiones nos abruma Dios promete estar con nosotros y darnos el aplauso que necesitamos. El león y el oso eran solo instrumentos, eran una oportunidad disfrazada de peligro. Ciertamente, David se debe haber dado cuenta que la pelea con aquellos poderosos y fuertes animales no era más que un ejercicio para prepararle a pelear contra los enemigos de Israel. Tu situación actual, lo que estás experimentando simplemente es la plataforma o el trampolín que Dios está utilizando para impulsarte a un nuevo nivel. Experimentarás momentos de oscuridad, momentos de incertidumbre pero ahí estará Dios dándote el aplauso de su aprobación, el aplauso de su respaldo.
No busques el aplauso humano. No esperes una felicitación por cada trabajo bien hecho. Sé cada día el mejor, intenta hacer algo más, con la ayuda de Dios y para su gloria lo lograrás. Entonces el aplauso se escuchará desde el cielo.
Si hoy pudiste reflexionar conmigo, déjame tu comentario. No olvides "El mejor aplauso es el de Dios".
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