En dos meses Yareethza terminará de estudiar en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayaguez. Antes pensar en el Colegio era un logro, un sueño, un orgullo. Pronto será la culminación de un sueño, pero el comienzo de otros, con mayor responsabilidad, con mayor empeño y con más madurez. Se graduará y emprenderá otros caminos, otras metas, otros sueños. Como estuvimos con ella antes, para aplaudirla y motivarla, estaremos aquí para seguir recordándole que todo lo que su corazón anhela, lo podrá lograr si su norte es Dios y no se pone limitaciones.
El destacado líder y escritor John C. Maxwell dice: «La gente no necesita cambiar sus problemas, sino sus perspectivas». Creo particularmente que necesitamos cambiar nuestra manera de pensar. Si pensamos que no podemos, no lo vamos a lograr. Esto ocurre en todas las esferas de nuestra vida. Aquella limitación que nos ponemos, la ponemos en el corazón y en la mente. Y entonces, nada de lo que nos propongamos lo lograremos.
Muchas veces no hacemos la voluntad de Dios, por nuestra terquedad. El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.”Salmos 32:8 NVI. Somos tercos cuando nos mantenemos en nuestras propias ideas, opiniones y deseos, aún cuando Dios nos está indicando el camino, la mejor decisión y lo que es mejor para nosotros. En otras palabras nos limitamos a recibir algo de Dios, a caminar hacia el propósito de Dios porque aunque Dios nos da todas las instrucciones específicas y directas, nosotros hacemos lo que mejor nos parece. Somos sabios en nuestra propia opinión, o mejor dicho tercos…“No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno para acercarlos a ti».”Salmos 32:9 NVI
Si Yareethza no hubiese puesto sus anhelos, deseos y su norte en Dios antes que sus miedos hoy no estuviese a dos meses de terminar su carrera universitaria. Todos nosotros debemos pensar de la misma forma. En Mateo 14 vemos a los discípulos de Jesús en la barca que estaba en medio del mar. La barca estaba siendo azotada por las olas; porque el viento era contrario. Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron y pensaron que era un fantasma. Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces Pedro le dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y Jesús le dijo: “Ven”. Pedro comenzó a caminar sobre las aguas y al ver el fuerte viento que azotaba la barca, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Puso limitaciones por encima de su deseo de caminar sobre las aguas.
¡Qué impresionante, poder caminar sobre las aguas como Jesús!, pero los miedos y las limitaciones en ocasiones pueden más. Hoy te invito a meditar y poner antes que tus limitaciones la confianza en Dios. Eso hará que camines sobre las aguas, que alcances tus sueños, que logres lo que otros no han logrado. Cambia tu perspectiva, cambia el no puedo por el si lo lograré.
Espero que hayas reflexionado y si como yo en ocasiones te has puesto limitaciones, déjame tu comentario.
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Bendiciones,
Fanny