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No eres rico por lo que recibes, sino por lo que das
Es muy importante esa aseveración. Es mejor dar que recibir. ¿En cuántas ocasiones hemos sido mezquinos al encontrar un mendigo en nuestro camino que nos dice: “dame algo para comer” y le damos solo unas monedas? Si tú fueras quien está pidiendo dinero para algo de comer, ¿qué te comprarías con ese dinero que le diste al mendigo?
En el comedor estudiantil de una universidad alemana, una alumna rubia adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces se da cuenta de que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para recogerlos. Al regresar, descubre que un chico negro se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. La joven se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta… Había juzgado con rapidez, y se había sentado por equivocación en la mesa del chico, quien no protestó, y compartió generosamente con ella su comida.
La gran mayoría de las personas a nuestro alrededor se han acostumbrado a recibir mucho y dar muy poco o nada. Jesús una vez dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35)
La verdadera riqueza de un ser humano está en dar. Somos enriquecidos por aquellos que podemos bendecir, amar, cuidar, proteger.
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Comentarios
V. Cucuta
Besos,
Fanny