“Había una vez cuatro individuos llamados ‘Todo el Mundo’, ‘Alguien’, ‘Nadie’ y ‘Cualquiera’. Siempre que había un trabajo que hacer, Todo el Mundo estaba seguro de que Alguien lo haría. Cualquiera podría haberlo hecho pero Nadie lo hizo. Alguien se puso nervioso porque Todo el Mundo tenía el deber de hacerlo. Al final, Todo el Mundo culpó a Alguien cuando Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho”.
Muchas veces hemos dicho estas palabras:" nadie hace las cosas como yo ", al igual que decimos que “para que las cosas salgan bien, tengo que hacerlo yo”. La realidad es que no es posible hacer todas las cosas, o esperar que las cosas salgan siempre como nosotros queremos. Eso es un proceso para todos, para nosotros los más grandes y para los que vienen tras nosotros como esponjas aprendiendo, absorbiendo y practicando.
No todo saldrá siempre como quieres, no siempre harán las cosas para que salgan como quieres. "Es que nadie es como yo".
Nunca olvido que cuando era pequeña tenía un maestro que me dijo un día que los zurdos no servían. Luego, a los pocos días explicó en la clase, que él nació zurdo y en su tiempo los zurdos eran inservibles y lo obligaron a aprender a escribir con la mano derecha. Él me dijo esto porque me mandó a la pizarra a escribir algo y yo soy zurda. Aunque antes los zurdos escribían feo y con la mano virada, yo no lo hice así, yo escribí bonito aún en la pizarra y el maestro quiso como vacilar con esto. Jamás olvidaré ese día, porque aunque él quiso hacer lo que hoy llamaríamos “bullying” yo simplemente le dije: “es que mi mamá me enseñó a escribir bonito y él me preguntó: “¿Noraida, su mamá es zurda?” Y le dije: “No, solo yo soy zurda en mi casa”.
Mis dos hijas, Yadheera Noríe y Yareethza Noríe, escriben con su mano derecha y nunca quise que fueran como yo. Ellas tienen su personalidad, muy distintas por cierto, cada una de ellas ha logrado sobresalir en lo que hacen, donde trabajan, donde estudiaron. Con sus personalidades totalmente distintas. Quizás la gente que no las conoce, les puede decir: “ah, tú te pareces a tu papá” o “tú saliste a tu mamá”, pero cada una de ellas tiene cosas que aprendió de su papá y cosas que aprendió de su mamá, pero todo eso lo adaptan a su forma de ser. Sí se pueden parecer, pero jamás harán las cosas como yo o como su papá.
Tomemos un ejemplo tan sencillo como “fregar” (lavar los platos). Cuando las niñas son pequeñas se les enseña a fregar de una forma. Mi mamá me decía: “Nory, primero friegas los vasos y después las ollas porque si lo haces al revés los vasos se les pegará la grasa.” Esas son cosas simples que se enseñan y luego uno las hace como quiere y al final se da cuenta que aunque no hay un patrón establecido, se te enseña así por una razón.
Muchas veces pido un favor, una vez, dos veces y a la tercera vez lo hago yo. Es que nadie hace las cosas como yo. Nadie las hará como yo porque los demás son otras personas. Mis hijas son diferentes y cada cual actúa de acuerdo a sus experiencias y al ambiente en que fueron criadas. Así pasa con todas las personas. Simplemente nos corresponde que lo que hagamos, lo hagamos con excelencia, sin esperar que otro lo haga por nosotros.
En quien único podemos esperar y no que haga las cosas como nosotros sino que hizo lo mejor por nosotros es Dios. El hizo lo mejor por nosotros. Gracias Dios porque nadie hace las cosas como yo. ¡Dios nos hizo únicos!
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Fanny