¡Qué horrible es en muchas ocasiones ese silencio que ensordece! Cuántas veces has pensando que estar en silencio es mejor, pero se hace muy pesado y luego no sabes qué hacer o hacia dónde huir.
Esperar silenciosamente es lo más difícil de todo. Dice Salmos 37:7, “Guarda silencio ante Jehová y espera en él, no te alteres con motivo del que prospera en su camino…” El silencio de Dios no muestra indiferencia, sino que muestra un profundo amor. La Biblia dice en Proverbios 17:28, “Aún el necio, cuando calla es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido.”, pero también dice Proverbios 15:23, “Y la palabra en su tiempo, cuán buena es.”
Es un terrible dilema, hablar o callar. El silencio es a menudo el lugar donde Dios nos espera para que logremos escucharle a él, en vez de escuchar el ruido de nuestra propia voz. Vemos en un pasaje bíblico a Elías cuando está huyendo de Jezabel y se esconde en una cueva. Elías percibe varias cosas que le recuerdan a Dios: escucha un sonido como el de un terremoto, escucha un sonido como el de un huracán, ve un fuego… pero en ese momento Dios no estaba allí. Sin embargo, siente una brisa suave y pudo darse cuenta que Dios sí estaba en ese momento de silencio. Nos pasa que buscamos a Dios donde estuvo, en la vida de nuestros padres o de algún conocido, pero no lo buscamos donde él está en nuestra vida.
Es difícil escuchar a Dios cuando todos gritan sus ideas sobre ti: “pero debiste hacerlo así o así”, porque es que todos opinan aún cuando no has pedido su opinión. Cuidado, pues la opinión que sí te debe importar es la de Dios. Dios sabe tu futuro y aquello que más te conviene, incluso lo que aún ni tú conoces. Parece más fácil escuchar a aquel que está presto a decir sus ideas, que esperar, esperar y esperar a ver qué Dios está diciendo sobre ti.
Afina tu oído para escuchar a Dios aún en el silencio.
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Comentarios
Es importante esperar y confiar pues aún en el silencio, Dios está obrando
Dios la bendiga, Pastora. Gracias por tanto!