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Tantas veces que nos cambian el diagnóstico, y se nos olvida.
El que cambió el diagnóstico fue Dios y parece que se olvidaron. Me imagino a Ana diciendo: “Tú me disculpas, pero yo desde que tuve a mi Samuel, por misericordia y gracia de Dios, dije que viviría en la iglesia.” Esa fue la promesa que Ana hizo acerca de Samuel cuando le pedía a Dios incansablemente que le diera un hijo. Y Dios se lo dio; Dios cambió su diagnóstico de esterilidad.
A Ana en la Biblia le cambiaron el libreto. Se supone que ella sería estéril, pero Dios vio su corazón y decidió permitirle ser madre. Le cambió el libreto, como diría Sandra Prieto en su libro «Me cambiaron el libreto», porque Dios es soberano, porque Dios así lo quiso, porque simplemente vio que su corazón anhelaba un hijo.
Muchas veces deberíamos permitirle a Dios cambiar el libreto de nuestras vidas. Hay ocasiones en que decimos: “es que yo soy así”. Actuamos mal, contestamos mal y solo se nos ocurre decir: “es que nací así” o “eso lo heredé”. La realidad es que somos como somos porque aprendemos conductas de todo el mundo, de la televisión, de las redes sociales, de las series que vemos en Netflix, y porque hemos sido formados por experiencias vividas, pero cada día tenemos la oportunidad de decir: no vuelvo a ser así. Decido cambiar mi libreto. No tengo que ser como fue mi abuelo ni como es mi papá.
No tengo porque copiar conductas incorrectas, ni tengo que ser una copia de nadie. Tengo personalidad propia. Probablemente tengo rasgos de mis padres, pero no tengo por qué ser igual que ellos.
Tenemos a nuestro alrededor personas que constantemente nos dicen: “Mira, te pareces a tu papá”, “mira hablas como tu mamá. Sin embargo, tenemos la libertad de elegir qué queremos imitar, qué conductas seguir, y cuáles desechar.
Para mí, particularmente, es un orgullo tener rasgos físicos de mis padres, pero más que nada quiero imitar su entrega a Dios, su vida de devoción. Nunca olvido llegar a casa de mis padres, en cualquier momento del día, y hasta que mi papá no hubiese dado su diezmo de oración diaria, no salía del cuarto a hablar con nadie. Para él su prioridad era Dios y su tiempo de oración. De igual manera, nunca olvido ver siempre un cojín del lado de mi mamá junto a la cama, para orar cuando se levantara y cuando se acostara. Recuerdo que cuando éramos pequeños y no era día de servicio en la iglesia, en nuestra casa había que orar en familia y siempre recuerdo que no era opcional. Si durante ese tiempo de oración familiar había gente de visita en la casa, mi papá les decía: “Nosotros tendremos un tiempo de oración, ¿nos quieren acompañar?” Por lo regular, las personas se excusaban y se iban.
Recuerdo eso y lo disfruto mucho, pero ¿saben algo? Aun no entiendo por qué le cambiaron su diagnóstico para mal. ¿Por qué terminó sus días en las sombras? ¿Por qué no me disfruté verlo reír a carcajadas cuando viera el templo construído, o cuando viera a sus nietos hechos todos unos profesionales? ¿Por qué no puedo ir al Mayagüez Mall y verlo reír y aplaudir siguiendo de lado a lado al grupo que canta canciones navideñas?
Definitivamente a mí también me cambiaron el libreto, y nunca me dijeron que eso pasaría. De lo que sí estoy segura es que un día lo veré en la mañana gloriosa. Por ahora solo vivo imitando y amando a su amado Dios. Me parece verlo reír tirándole un beso al cielo.
Mi libreto lo cambiaron. ¿El tuyo está saliendo como estaba escrito? ¿O decidiste cambiarlo?
Si fuiste bendecido (a) déjame tu comentario para que alguien más sea bendecido.
Comentarios
Gracias Pastora Noris 💓
Hermoso escrito, pastora.
Dios la bendiga mucho❤
En más de una ocasión he sido “víctima” de un cambio de libreto y sin avisar. Pero me refugio en Jeremías 29:11 “Mis pensamientos para ti son de bien y no de mal para darte el fin q esperas”.