La biblia habla de cuando Dios le dijo a Abraham que saliera de su tierra y su parentela. ¿Quería moverse Abraham desde donde estaba? ¿Quería dejar todo lo que tenía para irse a un lugar nuevo? En nuestra vida, al igual que Abraham, enfrentamos momentos de incomodidad y de preocupación, pues no sabemos qué nos depará el futuro. Sería interesante saber con certeza qué va a pasar mañana, pero no tenemos una bola mágica, y como hijos de Dios solo nos corresponde confiar y descansar en las instrucciones que Él nos da.
“Y el Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición…” (Génesis 12:2)
Las instrucciones que Dios le dio a Abraham (o Abram) implicaban separación. ¿Qué significa esto? Que muchas veces, si no todas, cuando Dios llama a una persona y le traza un plan de vida, lo primero que le va a pedir es que deje algo atrás. En esas ocasiones es cuando salimos de nuestra zona de comodidad, confiando en que Dios nos lleva a un mejor lugar.
Después que Dios le dio el sueño a José, lo primero que hizo fue sacarlo de su casa y llevarlo a Egipto. Lo mismo sucedió con Moisés y con Jesús cuando fueron movidos al desierto.
¿Por qué Dios mueve a alguien de lugar después de hacerle un llamado? Porque para poder ver las promesas que recibimos, necesitamos cierto entrenamiento. Dios nos mueve porque a veces el lugar donde estamos no ayuda a nuestro entrenamiento. Movernos nos causa incomodidad. Abraham salió de la tierra de Ur de los Caldeos para ser entrenado por Dios en el desierto, pero salió sin saber a dónde iba. Abraham no tenía idea de adonde Dios lo llevaba, pero caminaba seguro porque Dios lo guiaba de manera sobrenatural, de modo que nunca se sintió perdido.
Un hombre podrá hacer muchos planes, podrá elaborar proyectos, y podrá tener toda la buena voluntad del mundo, pero si Dios no lo dirige, todos sus planes sólo serán eso: planes. No se concretarán, porque Dios no está en ello.
“Vete a la tierra que te mostraré”, significa que Dios debe mostrarte cada paso del camino. Si tienes un llamado, no sigas impulsos emocionales ni las preferencias de tu corazón, deja que sea Dios quien marque en ti la hoja de ruta. Deja que Dios sea quien dirija tus pasos, aunque parezca incómodo, aunque no sepas hacia dónde te diriges. Descansa y confía en que Él te llevará a un lugar mejor.
Es momento salir de tu zona de comodidad y permitir que Dios te lleve a un mejor lugar.
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