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La palabra adicción es un término moderno. En realidad no es el término que prefiero, ya que la forma en que se usa hoy día tiende a implicar que no tenemos responsabilidad ni culpabilidad, que es algo que no podemos evitar. Y no es eso lo que quiero resaltar. Quiero hacer referencia a que tomamos decisiones que conducen a la esclavitud y a tener ataduras en nuestras vidas. El concepto bíblico es ‘esclavitud’.
Vivimos en una cultura altamente adictiva. Hay personas adictas a la televisión, a juegos electrónicos, al sexo, a la pornografía, y aun a la aprobación. (Estoy recordando un libro de Joyce Meyer, titulado “Adictos a la aprobación”.) Muchos autores que escriben acerca de las adicciones concuerdan en que es un problema permitir que adicciones ejerzan control sobre nuestras vidas. Madonna, la estrella del pop, en un momento dado fue entrevistada y dijo: “Somos esclavos de nuestras adicciones”.
Las conductas adictivas, por ejemplo, pudieran surgir a consecuencia de la inseguridad. Muchos de nosotros tenemos una necesidad de aprobación poco saludable. Todos tenemos la necesidad de ser amados, admirados, aceptados. Seamos realistas, se siente bien cuando te dicen: “¡Qué bien lo hiciste!”. Sin embargo, no podemos depender de esto para sentirnos bien, porque entonces no recibir este tipo de palabras causará frustración, inestabilidad y dolor. El deseo de aprobación y o aceptación se puede convertir en una adicción, y esto lleva entonces a una conducta destructiva.
La biblia menciona a la mujer samaritana, quien estaba adicta a las relaciones. Cuando Jesús la encuentra junto al pozo en Juan 4, recalca esa acción que demostraba su actitud destructiva, pero él simplemente se acercó para que ella reconociera su error y se volviera a él.
Hoy Dios nos invita a entregar nuestras inseguridades y nuestras adicciones a él. Es quien único nos puede ayudar a desintoxicarnos de esos males que nos aquejan como sociedad, e incluso como cristianos. Es importante depender solo de Dios, no podemos depender de nadie ni de nada más. La dependencia es destructiva. La necesidad que tenemos de agradar a otros puede llevarnos a valorar las opiniones de los demás por encima de las propias y llevarnos a perder nuestra identidad personal. Tu identidad tiene que estar centrada en Cristo.
Tú y yo hemos creído en un Dios que sana, liberta y restaura, y hoy quiere liberarnos de nuestras adicciones y conductas destructivas. Dice en 2 Timoteo 1:7, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. Tenemos la manera de detener conductas que no aporten a nuestra vida y decidir vivir una vida agradable a Dios en todas las áreas. Tal vez Madonna ( la reina del Pop) no tenía a Cristo, pero tú que lo tienes, puedes decidir y decir hoy: ¡soy libre, ya no soy más esclavo!
Hoy decide ser libre de la adicción que te impide vivir agradando a Dios y dando testimonio de él.
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Comentarios
🎵🎶"ya no soy un esclavo del temor, soy un hijo de Dios"🎵🎶
Vanessa Suárez
Siempre oro al Señor para que nuestros adolescentes aprendan a amar su cuerpo y se cuiden, pero que lo hagan desde la revelación que somos el templo del Espíritu Santo, y no buscando ser aprobados.
Le doy gracias al Señor porque en Él soy feliz y bendecida. Me amo y puedo amar.