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¡Cuántos tapabocas nos llevamos en la vida! Nunca olvido el día que estábamos en mi casa y mi papá me dijo: “Te toca lavar los platos.” Yo contesté: “¡Ay Dios!” Y torcí la boca con un gesto que denotaba que no quería hacerlo. Mi abuelo Miguel estaba en la casa porque mi hermano Edwin y yo estábamos jugando cartas con él. Mi papá, por el simple hecho de contestarle y torcerle la boca me dio un tapabocas tan fuerte que aún hoy lo recuerdo.
¡Qué muchos de esos me llevé cuando niña! Era muy “contestona” (o rápida para contestar), y me tocaban los tapabocas. Sin embargo, me ha costado aprender a ser más lenta para contestar. Cuando me casé con mi esposo seguía siendo “contestona”, y varias veces me recordó: “Oye, tú no eres mi mamá, y tampoco soy tu hijo.” El tiempo me ha enseñado a no contestar, y constantemente le pido a Dios: “Señor, guarda la puerta de mis labios; pon guarda en mi boca. Que no hable demás, y que no diga lo que no me corresponde.”
Dice el Salmo 141:3, “Guarda la puerta de mis labios”. También dice en el Salmo 17:3, “Pusiste a prueba mis pensamientos y examinaste mi corazón durante la noche; me has escudriñado y no encontraste ningún mal. Estoy decidido a no pecar con mis palabras.”
Una de las armas mortíferas del ser humano es su lengua descontrolada. Es probable que ella haya causado más daño que cualquier arma de fuego. Las palabras que salen de nuestra boca pueden edificar o destruir, bendecir o maldecir, animar o desanimar. Alguien dijo, y tenía razón, que Dios nos dio dos orejas para oír y una boca para hablar. ¡Interesante!
Dice la Biblia en Proverbios 10:19, "En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente." En Proverbios 17:28 dice: “Aún el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido.” Estos son solo algunos versículos que nos hablan de los peligros de hablar demás, y de las ventajas de cuidarnos al hablar.
La manera en que manejamos la lengua es un gran indicador de nuestros corazones ante Dios. Una persona puede decir muchas palabras por minuto, y varios miles de palabras en una hora. ¿Podemos imaginar cuántas palabras habla una persona promedio en un día? Se estima que las mujeres hablan el doble de palabras al día que los hombres. ¡Podríamos llenar una biblioteca en toda una vida! 😍
Dios está buscando un pueblo que lleve una vida santa, y una de las áreas clave que debemos guardar con toda diligencia es nuestra lengua. La verdad es que todos tenemos problemas con lo que decimos. Probablemente por eso la Biblia habla tanto sobre el poder de la lengua. Los proverbios están llenos de versículos sobre los aspectos positivos y negativos de la lengua. Los términos “lengua”, “labios”, “boca” y “palabras” aparecen más de 170 veces en la Biblia.
Pidámosle a Dios que nuestras palabras estén siempre sazonadas con sal, para que tengan buen sabor para el oyente. Pidámosle que nos enseñe y ayude a no ser chismosas, y que nos libre de destruir la reputación de alguien con nuestras palabras. Seamos buenos representantes de él siempre.
Repito: Dios desea ver en nosotros una vida santa. Que nuestras palabras testifiquen la santidad de nuestro corazón.
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Comentarios
Amén!!
Este versiculo me venia a la mente mientras leia. Si estamos destruyendo o lastimando con nuestras palabras, como esta nuestro corazon? Yo me la paso hablando en el trabajo porque es parte de mi trabajo, pero cuando llego a la casa se que las palabras que me quedan deben tener un proposito y ser de bendicion. El silencio dice mucho tambien. Simplemente sentarme con mi negrito en silencio es a veces la mejor manera de recargar fuerzas. Gracias por tan maravillosa refleccion yo tambien tuve que aprender a quedarme callada y he orado muchas veces para que Papa Dios haga que mis palabras sean miel a los oidos de otros porque a veces...
Dios te bendiga mucho pastora, muchos besos y abrazos desde la distancia.