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No es lo mismo que yo diga: “Ay, me gustaría ser como tú, eso que haces me gusta”, a que me compare contigo y quiera ser tu copia. Cuando somos pequeños regularmente vemos a personas a quienes admiramos y comenzamos a hacer las cosas que ellos hacen. Eso no está mal porque simplemente es una etapa, esa etapa donde estamos buscando una identidad. Todos pasamos por ahí. Sin embargo, el peligro está en que esa etapa se prolongue y se vuelve adictiva, pues en realidad, en ciertas ocasiones, esas personas a quienes queremos imitar no son los mejores ejemplos. Y se vuelve peligroso, por ejemplo, imitar cómo se viste, cómo se peina... y de repente escuchar que habla feo. Ufff, qué mal.
Todos escuchamos el cuento de Blanca Nieves. Cuenta la historia que la esposa de un rey había muerto, pero antes dio a luz a una hija. El rey lloró a su esposa querida y su hija, la pequeña Blanca Nieves, fue su consuelo. Sin embargo, ésta necesitaba una mamá y, pensando en la niña, el rey se casó nuevamente. La segunda esposa del rey era una mujer muy hermosa, pero arrogante y presumida. No podía soportar que otra mujer la superara en belleza, ni siquiera una bebé. Tenía un espejo mágico con el que hablaba y cuando se miraba en él decía: “Espejito, espejito que me ves, la más hermosa de todo el reino, dime, ¿quién es?” —El espejo le respondía: “–Reina, de todas las mujeres, eres la más hermosa del reino.” Ella quedaba satisfecha, pues sabía que el espejo decía la verdad. Blanca Nieves, en tanto, iba creciendo y se hacía cada vez más bella y un día ya el espejo no contestó: “Tú, reina, eres la más bella”, sino que mencionó a Blanca Nieves como la más hermosa del reino y entonces la reina la mandó a matar.
En nuestra realidad no hay espejos mágicos. Un espejo refleja la imagen real de quienes somos. Si estamos gorditos o flaquitos, si nos estamos poniendo más viejitos, y si vamos cambiando... La realidad de cómo nos vemos físicamente la dice el espejo, pero ¿cómo nos ve Dios? ¿Cómo nos ven los demás?
¿Cuántas veces hablamos de “esos viejos” de 50 años, y ahora que hemos llegado a los 50 nos damos cuenta que no eran tan viejos? Entonces deberíamos estar claros de que todos pasamos por distintas etapas que debemos aceptar con valentía, con seguridad de carácter e incluso con la certeza de que Dios nos acompaña en nuestro caminar por la vida.
¿Cuántas veces nos miramos en el espejo? Un estudio dice que una persona promedio se mira al espejo entre 8 y 10 veces por día. Otras encuestas dicen que el número podría llegar hasta 60 o 70 veces, si se incluye cuando miramos nuestro reflejo en las vitrinas de las tiendas o en la pantalla del celular. Entonces la pregunta es: ¿por qué nos miramos tanto? ¿Será para verificar nuestro aspecto y saber si algo está mal para arreglarlo?
Pero imagínate, nos miramos y vemos que algo está mal y lo dejamos así. Eso no tiene ningún sentido. La idea debe ser corregirlo.
“El que oye la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira a sí mismo en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto se va, se olvida de cómo es.” (Santiago 1:23-24) Este versículo interesante nos dice que el que oye la palabra de Dios y no la pone en práctica es como aquel que se mira en un espejo y se ve a sí mismo, pero en cuanto se va se olvida de cómo es.
Si oímos la palabra y no hacemos nada, nos engañamos a nosotros mismos, pero cuando nos examinamos a la luz de las Escrituras y obedecemos sus instrucciones, el Señor nos libera de todo lo que nos impide parecernos a él.
Obedezcamos las instrucciones de Dios y dejemos de pensar en lo que dice el espejo. ¡Qué nuestro espejo sea la
Biblia!
Si fuisye bendecido, no olvides dejar tu comentario.🥰
Comentarios
Nory, gracias por confrontarnos!
Quiero que la 📖 sea mi 🪞!!!