El oro, para ser purificado, debe ser pasado por el fuego. Pasa por un proceso de fundición y unas etapas de preparación. El oro es fundido a una temperatura alta, hasta que se derrite, para ser limpiado, pero me llamó mucho la atención que no debe exceder el calor y la temperatura necesaria.
Cuando leo esto llegan a mi mente muchos pensamientos, y me doy cuenta de que leemos a veces “como el papagayo”, sin darle sentido a lo que leemos. Dice en 1ra Pedro 5:7, “Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro”. También dice en Eclesiastés 2:5, “Porque el valor del oro se prueba en el fuego y el valor de los hombres en el horno del sufrimiento”.
Una de las partes más difíciles de la vida cristiana es el hecho de que ser un discípulo de Cristo no nos hace inmunes a las pruebas y tribulaciones de la vida. Es importante que analicemos mucho nuestra vida para darnos cuenta de que muchas veces decimos: “Tenemos que ser probados”. Pues eso es lo que implica. Cuando llegan pruebas y tribulaciones es cuando verdaderamente sale a relucir nuestro corazón y lo que hay dentro de él. Todos nos probamos en diferentes facetas: cuando comenzamos un nuevo trabajo, cuando nos casamos, cuando comenzamos un nuevo ministerio o algo nuevo para hacer. Muchos nos están mirando para ver cómo nos caemos; unos para ver si permanecemos y otros, simplemente para darnos la mano y ayudarnos a levantar.
Nunca olvido cuando mi papá fue diagnosticado con Alzheimer’s. Nadie sabía qué pasaba en realidad, solo los que convivíamos con él. Esta enfermedad es un proceso de desgaste o deterioro físico para la persona que la sufre, pero también para el que cuida al paciente. Mi mamá soportó, amó, cuidó, confió y luchó hasta el final. Yo nunca la vi quejarse, recriminar, cuestionar el porqué de esta enfermedad. Nosotros íbamos y veníamos, pero ella estaba allí siempre, sola con sus pensamientos, sola con su angustia, sola con su dolor. El dolor de ver aquel hombre de Dios consumiéndose poco a poco, sin recuerdos, sin historias qué contar, solo estaban él y su Dios. El espíritu de mi papá aún estaba conectado al de Dios, aunque su mente estaba perdida. Es en esos momentos en que se prueba quiénes somos en verdad y de qué estamos hechos.
Muchos salen corriendo, otros no soportan el fuego de la prueba que llegó, pero regreso a la palabra en 1 Corintios 10:13, “No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla”.
Dios hoy nos recuerda que no importa cuánto estés pasando o cuán difícil sea el proceso, Él está sosteniendo tus manos, y consolando tu corazón afligido y desgastado por la espera de no ver una solución. Dios solo espera que confiemos y descansemos en sus promesas y no solo cuestionemos el porqué de la situación.
No nos damos cuenta, pero ahí es cuando nuestro corazón, nuestra mente y nuestro espíritu están siendo refinados, pulidos, afilados, moldeados. ¿Duele? Sí, duele porque, si eres como yo, quieres ver rápido la contestación a tu pregunta y la petición contestada. Sin embargo, he aprendido a esperar y a confiar que cuando pase este proceso veré las cosas distintas y seré “una mejor Nory” (jajajaja).
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Comentarios
Me recuerda el proceso que pasa también una vasija. El alfarero viene y lo pone en el horno el tiempo que sea hasta que esté lista y terminada la vasija.
A nosotros Dios nos pone en el horno hasta que estemos listos. Mientras más nos resistamos, más tiempo estamos metidos en el horno.
Que el Señor nos ayude a asumir la actitud correcta en las diversas pruebas que enfrentemos en la vida.
Tremendo Pastora! Gracias nuevamente. Bendiciones!
Dios es bueno todo el tiempo 🙌🙏🏻❤️Dios te bendiga Nory😘
Jer. 29:11
Bendiciones pastora :)