Dios me llamó al ministerio. Me llamó a ser hija, hermana, madre, esposa, y la esposa de un pastor. Soy esa que muchos no quieren, que miran por encima del hombro. La que está tras bastidores, en las sombras, orando, sosteniendo, cuidando y consolando. Dios me llamó a ser esposa de un pastor. Soy hija de un pastor, soy nuera de un pastor, soy hermana de un pastor, cuñada de un pastor. Dios me llamó a este honroso ministerio.
En una ocasión Dios me dijo: “Pongo en ti un corazón pastoral”. Hoy sé que eso implica muchas cosas, pues veo las cosas desde otra óptica. Vi de cerca el desprecio que recibieron mis padres de gente de la iglesia, las faltas de respeto, las calumnias… pero aun así, amaba el ministerio sin conocer todas sus implicaciones. Mi esposo tuvo una experiencia diferente, y siempre dice que “hoy ama con pasión lo que un día odió con locura”, pero ahora que miro atrás me doy cuenta de que yo siempre amé esto.
Un día Dios decidió interrumpir mi rutina y me llamó a amar a la gente que nadie ama, a escuchar a la gente, a conocer historias en las que muchas veces puedo anticipar las razones y las respuestas. Dios me llamó a abrazar a gente que nadie quiere abrazar, y aun a personas que sé que han dicho cosas feas de mí. A Dios, en su creatividad, se le ocurre traerlos a que yo los escuche y les dé alguna palabra de aliento.
En una ocasión, recuerdo que con mi esposo y Yadheera Noríe (Yareethza Noríe estaba aun en mi barriga) llegamos a una cancha. Allí había un día de juegos, y al llegar vi a tanta gente que nos había herido, que le comento a Henry: “Yo no quiero pasar por ahí. No le quiero dar besos ni abrazos a esa gente que ha hablado tanto de ti.” Mi esposo me dijo: “Pues por ahí mismo vamos a pasar”, y Yadheera (que es igualita de misericordiosa y amorosa que su papá) me dice, a sus 4 añitos: “Ay mami, eso no es nada.” ¿Saben algo? Esa no fue la única vez, porque una y mil veces me pasó lo mismo. Entonces pude entender que ese era un proceso de aprendizaje. Para poder estar donde estoy tenía que aprender a amar sin condiciones, a amar a aquellos que no me querían, porque ese es el reto. Amar a quien te ama es fácil.
Cuando Dios interrumpe nuestras vidas es porque se trae algo entre manos. Gran parte de mi identidad surge de un legado del que vivo agradecida: una familia de fe entregada al Señor. Sin embargo Dios se tomó el tiempo de interrumpir mi vida. La Biblia dice que Mardoqueo le dijo a su sobrina Ester: “Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14) .
¿Es una sorpresa que Dios haya interrumpido mi vida? ¡Nooooo! Dios simplemente conoce a sus hijos y sabe para qué los diseñó. Quizás nadie lo sabía, pero Dios se empeñó en demostrar una y mil veces que todo en esta vida lo hace con un fin. En Dios no hay casualidades. Dios no se empeña en unir a una pareja de la nada, para nada. Dios necesitaba en este 2020 a un matrimonio que amara a Dios, amara el ministerio, y que decidiera entregarse a servir a otros por la causa de Cristo.
Es imposible alcanzar la satisfacción y el éxito absoluto en la vida sino decides participar en la intervención divina y rendirte al plan de Dios. Yo me rendí y acepté hace muchos años que Dios interrumpiera mi vida. En esa interrupción apareció Henry, quien un día también se rindió al llamado que Dios le hizo.
La Biblia relata en el libro de Jonás cómo Dios interviene en la vida de un hombre y cómo el pueblo experimentó el poder de tan grande intervención. El llamado que Dios le hizo a Jonás fue a abandonar su hogar y su seguridad, e ir a un lugar lejano para transmitir un mensaje divino a Nínive, un pueblo que le había dado la espalda a Dios. Dios no llamó a un hombre a darle un mensaje lindo al pueblo; Dios llamó a un profeta a dar un mensaje de juicio.
Las interrupciones creativas y fantásticas de Dios traen desilusiones, golpes fuertes, e incluso, cuando tratamos de huir, Dios se las ingenia para que aparezca en el camino un gran pez y una terrible tormenta y así recordarnos que él tiene un plan contigo y conmigo. Ese plan se cumplirá en la medida en que estemos dispuestos a obedecer.
Todos los que corren tiene una razón. La Biblia dice en Jonás 1:3, "Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis". Quizás pensaste siempre que sabías a dónde te dirigías, pero de momento tu vida está siendo interrumpida por un llamado fuerte que Dios te hace. Tenemos dos opciones: correr a obedecer, o correr en dirección opuesta.
Las interrupciones divinas, la mayoría de las veces, no parecen lógicas. Son desafíos fuertes que te han llevado a vivir lo contrario a lo que siempre pensaste, a aceptar lo que nunca imaginaste, salir de tu comodidad. Sin embargo, como el plan de Dios es perfecto, aceptar sus interrupciones y obedecer traerá satisfacciones permanentes y beneficios eternos: ver Sus promesas cumplidas.
“Cada vez que me toca exponer la palabra de Dios y Él me envía a hablarle a alguien, no lo creo, porque yo también he sido Jonás. He escogido estilos de vida que no sintonizaban con el de Dios, pasé por alto sus señales porque estaba demasiado ocupada leyendo las mías, y tuve que llegar al vientre del gran pez llamado Gracia. (Priscilla Shirer)
¡Yo lo llamo intervención del cielo!
Permítele a Dios que interrumpa tu vida.
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Comentarios
Bendiciones!
Que lindo mensaje ♥️ Dios nos sorprende en la forma y manera que trabaja con cada uno de nosotros. El nos conoce y sabe exactamente lo que necesitamos para alcanzar su propósito en nosotros. Amo sus ocurrencias y sus detalles. Aunque a veces no lo entienda, he aprendido a obedecerle porque más adelante lo que descubriremos se que me fascinará y más aún, me llenará de alegría y gozo. Cuando decidimos creerle, obedecerle y caminar en EL, el resultado será mucho mejor de lo que pensábamos!
Díos le bendiga Pastora.