Sueños

   

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Cuando era pequeña siempre decía que quería ser maestra, pero no sabía pronunciarlo y decía: “Voy a ser paleta”. (Jajaja)  Recuerdo que cuando jugaba con mis muñecas, les daba clases, porque mis tres hermanos varones nunca querían jugar conmigo. Cuando tenía alrededor de 8 años, David, el segundo de mis hermanos, me construyó mi primer escritorio de madera, y allí ponía mis libros, mi programa de clases y me sentaba a corregir exámenes. Hoy mi hermano es un ebanista muy cotizado, y nadie sabe que el primer escritorio que hizo fue para su hermana “la maestra”. Nunca olvido caminar por toda la casa con muchos libros, libretas, una cartera y unos zapatos bien altos que le cogía a mi mamá, porque esa era la imagen de la maestra que yo conocía.

Siempre tuve maestros muy buenos, que se desvivían por enseñar la clase y daban todo por el todo. Eran maestros, no solo de profesión, sino de vocación. Nunca olvidaré a Mrs. Granell, mi maestra de primer grado. Ella fue mi primera inspiración. Luego tuve a Mr. Muñoz, quien de igual manera fue una inspiración para mí; de hecho, era maestro de español —la materia que hoy enseño. 

Aunque hay gente que nos inspira, también hay gente que disfruta desinflar sueños. Muchas veces nuestros sueños de estudiar algo, ir a algún lugar o alcanzar algo en la vida, son frustrados por alguna mala experiencia, un comentario o un desvío. 

En el camino de mi vida enfrenté frustraciones, y me topé con gente que me dijo: “Mija te vas a morir de hambre”. Hubo ocasiones en que tenía que pasar el día en la universidad solamente con empanadilla o un Snickers en el estómago. Gracias a Dios, ¡nunca olvidé mi sueño de ser maestra! Si me hubiera dejado llevar por la gente, o por los tiempos difíciles, no estaría cumpliendo 24 años como maestra. 

Hoy día, aunque no gano una millonada, la satisfacción que siento al saber que estoy contribuyendo de alguna forma a que alguien sea productivo en la vida, lo paga todo. En una ocasión estuve en un accidente de auto, y cuando llegamos a hacer trámites para los exámenes y terapias físicas nos encontramos con una oficina llena de cientos de personas. De repente, el recepcionista le dice a mi esposo: “Déjeme su número de teléfono y vayan a descansar; cuando sea el turno de la maestra, yo lo llamo.” Ese es el mejor pago.

Todos soñamos. Toda niña sueña con su príncipe azul, su boda, su carrera, su casa, su familia, sus hijos… Pero a veces esos sueños que tenemos de niños, adolescentes o jóvenes, se quedan guardados en el corazón sin materializarse jamás. Mientras escribo esto viene a mi mente la historia de Ezequiel, cuando en el capítulo 37 Dios lo lleva al valle de los huesos secos. El Señor le pregunta: ¿Vivirán esos huesos? Y Ezequiel contesta: “Señor Jehová, tú lo sabes”. (Ezequiel 37:3) Entonces Dios le dice: Profetiza vida sobre esos huesos. Relata la Biblia que hubo un fuerte ruido y un temblor de tierra mientras Ezequiel profetizaba, y comenzó a juntarse cada hueso con su hueso.

Hoy Dios nos invita a mirar esos sepulcros donde están enterrados nuestros sueños. Él nos invita a a buscar en nuestro corazón esos sueños apagados, escondidos, guardados en los diarios. Dios nos invita a buscarlos en nuestra mesita de noche, en algún lugar oculto, sacarles el polvo, sacudirlos, retomarlos, y permitir que Él les dé vida. Has soñado con tus hijos, tu familia, tus estudios, con algún libro sin escribir… Y hoy Dios te lo recuerda y te dice: “Tú apagaste, escondiste, y tal vez hasta borraste tus sueños de tu memoria. Sin embargo, yo fui quien puse esos sueños en ti. Yo fui el que les permití crecer.”

Profetiza vida sobre tus sueños. Retómalos. Vuelve a orar por ellos, vuelve a recordarle a Dios, a tu esposo(a), a tus hijos, a tu familia, que lucharás por alcanzarlos. La Biblia dice: “No te canses de hacer el bien, porque a su tiempo segarás si no desmayas.” Profetizar es anunciar lo que quieres que ocurra. Levántate y atrévete a profetizar sobre tus sueños. Decide creer que tus sueños se cumplirán, y que, eso que tu corazón anhela, pronto lo verás cumplido, realizado, completado, hecho.

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