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Hay ocasiones en que un simple ‘gracias’ llena el alma. Vivimos en una sociedad donde solo importa lo que tengo y lo que soy, y se nos olvida que, tanto lo que tengo como lo que soy, lo debo a alguien se ocupó de mí en un momento dado. Desde mi niñez Dios siempre puso gente en mi vida que me bendijo y a quienes nunca podré olvidar. Dios me regaló gente como mis padres, mis maestros, mis suegros, y muchos más, que fueron quienes sembraron en mí, y hoy, luego de muchos años, puedo ver el resultado de su siembra.
Mis padres fueron gente entregada al Señor desde antes de yo nacer. Siempre los vi entregar en oración situaciones que más adelante veíamos a Dios resolver. Nunca olvidaré ver a mis padres orando, de madrugada, por la mañana , en todo momento. Hoy puedo ver el resultado de ese compromiso, pues fue ese el camino que trazaron para mí; un camino de entrega, de devoción, de pasión, obediencia y sacrificios.
También sé que dedicaron su vida a servir a mucha gente que nunca les agradecieron y que les dieron la espalda en momentos donde hacía falta. Y entonces aprendí otra lección: depender solo de Dios.
De igual manera, Dios llamó a mis suegros y ellos respondieron diligentemente a ese llamado, aun por encima la escasez, el maltrato y las injusticias de muchos. Hoy solo puedo levantar mis manos al cielo y dar gracias por ese legado de valentía, de responsabilidad y pasión por las almas y el ministerio.
La Biblia es clara y dice en Filipenses 3:13, “Olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…” Si este texto no estuviera en la Biblia, quizás habría algún pretexto para no agradecer. Yo que viví sus vidas como hija y nuera, puedo entender que solo agradeciendo y dejando atrás ese pasado, que un día quizás dolió pero que era secundario a su llamado y misión, pudieron ser fieles en su carrera. Ellos entendieron bien que cada espina o tropiezo en el camino solo nos recuerda quienes somos en Dios y nos reafirma que solo por Su gracia y misericordia estamos donde estamos y somos quienes somos.
Agradezco hoy el legado de quienes abrieron camino para mí y mi familia. Agradezco sus vidas de entrega, compromiso, amor, fidelidad a Dios, pasión por las almas, misericordia y perdón. Dios ha sido fiel y día a día tengo que agradecerle y honrarlo por lo que me permitió experimentar y vivir, porque utilizó cada una de esas experiencias para darme la forma que tengo hoy. Hay una corito que dice: “Tú eres el Alfarero que con tus manos me has transformado... Dame la forma que Tú quieras porque Tú eres el Alfarero…” Nuestro Alfarero es quién sabe la forma que debemos tener y por eso permite cada una de las experiencias que vivimos.
Honro el legado de mis padres y de mis suegros. Aunque menciono insistentemente a mi mamá, Aida y a mi suegra, Rosa, quiero resaltar especialmente y honrar la memoria de mi papá, el Rev. Luis Blancovitch González, ya en la presencia del Señor hace 7 años, y la memoria de mi suegro, el Rev. Linardo E. Báez Ruiz, en la presencia del Señor hace poco más de 1 año. Su legado sigue vivo y continúa marcando vidas. ¡Gracias Señor!
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Comentarios
¡Bendiciones!!
Stephanie (Fanny)
El haber permanecido en los caminos del Señor da testimonio de unos padres que vivieron firmes en Dios. Que Dios continúe la obra que comenzó en ti y se cumpla su propósito en tu vida. 😘
¡Que poderoso testimonio! Gracias por la enseñanza.
El Señor le siga bendiciendo y a su casa.